El hogar, foco de los cuidados en tiempos del coronavirus

6 May, 2020

Hola,

Comparto este artículo aparecido en la prensa local de Granada (Ideal) de María del Mar García Calvente y María del Río Lozano, compañeras de la Escuela Andaluza de Salud Pública

El hogar, foco de los cuidados en tiempos del coronavirus María del Mar García Calvente, Doctora en Medicina María del Río Lozano, Doctora en Sociología Escuela Andaluza de Salud Pública

Desde que la COVID‐19 irrumpió de manera abrupta en nuestras vidas se está poniendo en valor ‐muy merecidamente‐ la imprescindible labor que realizan los servicios públicos de salud para afrontar esta pandemia. Cada tarde los balcones rebosan reconocimiento a profesionales de la sanidad y de otros ámbitos, que trabajan para controlar la enfermedad. Junto con estos

sectores, surge la necesidad de visibilizar también otro espacio que siempre ha permanecido oculto e infravalorado, el de los cuidados de salud que tienen lugar en los hogares, cuidados informales realizados por personas del entorno que no perciben ninguna retribución económica por ello. Se estima que suponen el 80% de todos los cuidados de salud que reciben las personas

que los necesitan. Es el momento de visibilizar también estos cuidados, que son la base misma de la vida.

Una de las medidas de prevención y protección de la salud más importantes para frenar esta pandemia es el aislamiento domiciliario de las personas afectadas. Sin embargo, raras veces nos preguntamos: ¿quién cuida en el hogar y provee las atenciones necesarias para su recuperación?; ¿quién prepara sus alimentos o hace su colada?; ¿con qué apoyos cuentan por parte de los servicios públicos?

Esta parte invisible y sumergida del “iceberg de los cuidados de salud” es precisamente la de mayor magnitud. Se trata de las actividades cotidianas de sostenimiento de la vida: el mantenimiento de espacios y bienes domésticos, el cuidado de los cuerpos, la educación de las personas, el mantenimiento de las relaciones sociales o el apoyo afectivo y emocional a los miembros de la familia. Son tareas que requieren trabajo físico y una gran carga mental. Y es aquí donde se produce una de las mayores desigualdades de género en nuestra sociedad. En España más del 75% de las personas que prestan cuidados a quienes los necesitan en su entorno cercano, son mujeres. Según el informe Global Gender Gap del Foro Económico Mundial, en todos los países de la OCDE las mujeres dedican más tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados, el doble de horas diarias en el caso de España. También existen diferencias en el tipo de cuidados que prestan hombres y mujeres y en la manera de asumir y afrontar esta responsabilidad. Las mujeres realizan con mayor frecuencia cuidados de atención personal, como higiene o alimentación, que requieren un contacto más estrecho y cotidiano con las personas a las que cuidan. En el caso de que la persona cuidada padezca una enfermedad infecciosa (por ejemplo, por coronavirus) este tipo de contacto expone a la persona cuidadora a un mayor riesgo de contagio. Además, las mujeres suelen asumir tareas domésticas que suponen una exposición aumentada al virus: limpieza de utensilios, ropa, superficies… En epidemias anteriores, como la del Ébola, ya se puso de manifiesto una mayor exposición de las

mujeres al contagio por su papel de principales cuidadoras.

Por otra parte, el confinamiento de la población, la supresión de la actividad presencial de centros educativos, el cierre de centros de día y otros servicios de atención a personas dependientes, aumentan la sobrecarga de cuidados informales y pueden

tener consecuencias negativas sobre las personas que asumen habitualmente esta responsabilidad. La magnitud del aumento de carga de cuidados no remunerados sobre los hogares no está siendo evaluada, como tampoco sus consecuencias sobre la calidad de vida de las personas que los prestan ni sobre la equidad de género en su distribución. Es posible que en una proporción de hogares,2

esta situación inédita suponga un replanteamiento de los roles y tareas, y un acicate para el reparto más equilibrado de la responsabilidad de cuidar. Sin embargo, sabemos por experiencias anteriores que las pandemias agravan las desigualdades existentes, y ésta podría seguir también ese patrón.

España se basa en un modelo de sociedad “familista”, en el que la responsabilidad de cuidar recae sobre todo en el núcleo familiar. La actual crisis de salud pública generada por el coronavirus está provocando una nueva re‐familiarización. El hogar se ha convertido en el centro de los cuidados aún más que antes; pero ahora la combinación del confinamiento con las posibilidades que brindan las TICs ha hecho emerger lo privado a la esfera de lo público. Este espacio, antes limitado a nuestras cuatro paredes y solo visible en la intimidad familiar, se ha socializado y ha suscitado el interés de la colectividad. El confinamiento ha puesto en evidencia las dificultades para atender lo productivo y lo reproductivo, los malabares que en

muchas casas supone trabajar al tiempo que atender las responsabilidades familiares, situación que se ha visto magnificada cuando instituciones como las educativas o las de atención a personas dependientes, han trasladado sus funciones al ámbito familiar.

Sin embargo, a pesar de esa iluminación de los hogares como espacio de confinamiento, no se ha puesto la lupa sobre los cuidados que están teniendo lugar en su interior. Ahora que hemos derribado virtualmente los muros que nos ocultaban, que hemos quitado

agua a esa gran masa del iceberg que estaba sumergida y oculta, es el momento de afinar la lente y de poner el foco sobre la ingente cantidad de cuidados que tienen lugar en los hogares, que siguen invisibilizados. Ahora más que nunca, urge poner la mirada en quién asume los cuidados de salud, cómo se afrontan, cómo impactan en las vidas de quienes los realizan y qué recursos de apoyo son necesarios. Y es el momento de prestar mucha atención a las desigualdades que encierran estos cuidados y cómo abordarlas, para no caer en el error de profundizarlas. Esta pandemia puede ser una gran oportunidad para que las necesidades de cuidados de las familias sean asumidas como un problema social en el que los poderes públicos tienen que intervenir. Como sociedad tenemos una responsabilidad hacia las personas cuidadoras. Por ello reclamamos un fuerte aplauso para todas ellas, acompañado de las medidas necesarias por parte de los servicios públicos para su reconocimiento y apoyo.

Saludos,

Alberto

PERFIL HIFA-es: Alberto Fernández Ajuria. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Salamanca, y Máster en Occupational Health. McGill University: Montréal.Ca. Profesor de la EASP desde 1995. Director del Máster de Prevención de Riesgos Laborales 1996-2000. Director del Máster de Salud Pública y Gestión Sanitaria 2005-actualidad. Coordinador en la EASP del Máster Europubhealth. 2006-actualidad Coordinador de HIFA-es; Moderador HIFA-es; Miembro de Hifa.org Steering Committee. Profesor de Epidemiología. CE:alberto.fernandez.easp AT juntadeandalucia.es; Skype: albertof56; TW:@valfaj

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